Publicado el may 16, 2014 | 0 comentarios

Al detenernos ante una obra de Laura Roca, debemos hacerlo pausadamente, sin prisas, y dejar así que la vista se convierta en la antesala de nuestro corazón, permitiendo que  éste se vaya abriendo al tiempo que vamos descubriendo sensaciones que, a buen seguro, se convertirán en emociones. Los sutiles matices de los leves cambios de tonalidades, junto con la huella de las ténues texturas, nos conducen a la lectura poética de los grafismos del gesto de la mano, una relación entre el cuerpo y el intelecto. Las formas abstractas que contemplamos son el devenir de las olas, de la vida, del tiempo que envuelve  nuestra trayectoria, como la corriente de las aguas de un río que se lleva consigo las hojas, las piedras, las alegrías, las penas; desde del interior de sus aguas no se percibe la fuerza del movimiento, todo fluye íntimamente unido, es desde el exterior donde vemos transcurrir el tiempo. Laura Roca está en la orilla de nuestro río, y detiene para nosotros aquellos momentos que nos muestran, a través de las sensaciones, los sentimientos que han dado razón de ser a nuestra sensibilidad. Así pues, abre los balcones y déjate embargar por la emoción, dále existencia a la obra y ella te llenará de vida.

Pere Bruix i Riera

Profesor y crítico de arte

Texto escrito por Pere Bruix, con motivo de la exposición “Miratges”, en el auditorio municipal de Montcada i Reixac (Enero – Febrero 2006).

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Cartel de la exposición:

Exposición Miratges en Montcada